miércoles, febrero 20, 2008

SIMPATÍA POR LA DIABLO

Podías ser un niñato pijo y fardar de trialera con una Sherpa o una Cota. Podías ir de guaperas moderno con una Primavera o una Lambretta. O de manantial de testosterona con una Super Pioneer o una Frontera. Podías ir de quieroynopuedo con una Puch Minicross. De rockero con tu Sanglas o tu Road. O incluso de marciano con una palindrómica Torrot.

Pero, queridos amigos, la Diablo era le must. El Nirvana del canco. El Xanadú del macho alfa de salón recreativo. El vellocino dorado del proto-quillo ibérico. El objetivo de todos aquellos que abandonaban 1º de FP en busca del puesto de aprendiz que les financiara la adquisición del Santo Grial del garrulo adolescente ochentero.

Porque la Diablo no te la regalaban tus padres, no. Te la ganabas tú con el sudor de tu frente. Letra a letra. Mes a mes. Olvidándote de los autos de choque, las recreativas y la disco los domingos por la tarde. Fumando Ducados que eran más baratos que tu inseparable Fortuna. Todo, para conseguirla. Todo, para poseerla.

Menuda máquina. Las churris se morían por montarse en ella. A tu vera. Haciendo caballitos y frenando en seco para sentir sus cuerpos pegados al tuyo. Eras el rey del barrio. El ayatollah de los billares. El gurú de los gatudos en ciernes

Hasta le pintaste las llantas de rojo infierno y le quitaste el silenciador para que el agudo bramido de sus dos tiempos se escuchara más allá de los arrabales. Como trompetas de un Jericó cañí que anunciaban, estridentes, tu inminente llegada. Escupiendo más aceite que la furgoneta de Tino Casal en el paseo marítimo de Sitges. Sin complejos.

Por todo esto y mucho más, desarrollé un sentimiento de afecto por esta Derbi. Una total simpatía por la Diablo.

viernes, febrero 08, 2008

LOS ROMEOS, VERANO DEL 90


Conocí a Pedro, Patrizia, Juanki, Jose y a Ñete en el verano del 90. En la gira del Super1 de los 40 Principales.
Dos meses de carretera, hoteles, emisoras, bolos, playa y fiesta, juntos, dieron como para conocerse muy bien. En lo profesional y en lo personal. Y me gustaban en ambos sentidos. Eran realmente auténticos. Y encima, de Castellón.

Mientras nosotros, junto con otros grupos tardoochenteros, paseábamos La Moto por toda la península en un humillante playback, ellos lo hacían siempre en riguroso directo. Sin trampa ni cartón.
Hispavox había apostado fuerte con la producción (un excelente trabajo de Paco "Millones" Trinidad) y promoción del grupo, proporcionándoles casi medio centenar de suculentos miniconciertos en todas las plazas importantes del país. Y eso, para una banda, se traduce en rodaje y expectativas de venta, no en dinero.

Los Romeos hacían una música brutalmente pegadiza, aderezada con murallas ramonianas y textos que mezclaban ternura y perversión a partes iguales. El resultado: una sensual voz al frente, arropada por una contundente caterva de tipos duros en perfecta sincronía.

Todo ello resultó ser una fórmula que finalmente no encajó en los esquemas comerciales que su discográfica les tenía preparados. La docilidad y el servilismo no eran unas de sus numerosas virtudes. Afortunadamente.

Y se rompió el hechizo. Su segundo trabajo, Sangre Caliente, de igual o mayor calibre que el primero, no tuvo la acogida esperada en una escena quizás explotada hasta la saciedad por Transvision Vamp, quizás en una época en la que el público empezaba a fijarse en los greñudos de Seattle, o quizás porque MC Hammer y Wilfred y la Ganga con su Abuela fueron los preferidos de la gran masa.
Chi lo sa?



Lo cierto es que no se entiende como una banda con tanto potencial de futuro y calidad cayera en el olvido tan rápidamente. Nunca tuvieron el respaldo y reconocimiento que merecían. Sus apariciones en televisión (que es lo realmente te proyecta) fueron escasísimas y siempre fuera de prime time.

Y encima, hace unas semanas, buscando información sobre los miembros del grupo, me entero de que Pedro López Moreno, el bajista, alma mater del grupo y compositor de la mayoría de los temas, murió de un infarto mientras dormía en julio de 2006. Me quedé helado. Tenía 41 años.
Desde aquí quisiera expresar mi más sincero pésame y lamento por la pérdida de este gran artista que forma parte ya de la historia de la música popular. Descanse en paz.

Y para todos aquellos que no conozcan a Los Romeos, o simplemente deseen rememorar sus mejores cortes, aquí pueden descargarse, por gentileza de Don Puño, el álbum que promocionaron ese idílico e irrepetible verano del 90.

Juzguen ustedes mismos.