LAS PEQUEÑAS AYUDAS DEL BOTIQUÍN DE MAMÁ
Quizás las segundonas marcas como DELGAMER, SANASMOL, KATOVIT o ANTIOBES tampoco les serán más cercanos.
Pero a los conossieurs, a los amigos de lo químico, ávidos adictos al Vademecum, estos nombres les sonarán a glorias pasadas. Como fabulosos dinosaurios extinguidos por una glaciación inexorable. Ecos de un pasado, como mínimo, acelerado.
Situémonos en la españa nuevaolera de principios de los 80. Muchas ganas de pasarlo bien y nada en los bolsillos. Pero en un rincón del botiquín del baño, brillando con fulgor fatal, un pequeño envase con un minúsculo círculo impreso en el margen superior derecho con un hemisferio vertical blanco y otro negro. Un símbolo que nos indicaba un fin de semana con diversión asegurada. Daba igual lo que fuera. Llevaba el símbolo mágico. Como un Yin Yang de la religión narcótica.
Y, de repente, llegó el crack. El golpe bajo a la facilidad de acceso a las noches sin pegar ojo y aguantando lo que nos echaran. Estábamos demasiado bien acostumbrados a la familiaridad con que la enfermera del ambulatorio nos daba la preciada receta a cambio de un miserable recorte del envase original.Si. Tenía que acabar. Y acabó.















